En una cabaña ruinosa, donde el silencio protagoniza el final de la noche, un hombre escribe su testamento final. Relata el día, una década atrás, en que los bosques primordiales tomaron a su hermano, dejándolo no solo en duelo, sino marcado. Desde entonces, un susurro que deforma la realidad hasta convertirla en una pesadilla febril repta por los corredores de su mente, sin despegarse de su soñar. Su confesión es un abismo que nos obliga a preguntarnos por los límites de la culpa y la veracidad de la percepción.